Ciudades del futuro

Hace unos días una amiga me invitó a una cena en la que coincidimos con otra pareja que habían estado viviendo en New York durante más de quince años: Miquel y Anaïs. Por supuesto, gran parte de la conversación giró en torno a su experiencia en esta gran ciudad antes de derivar en reflexiones comunes sobre el desarrollo y transformación al que se enfrentaban las ciudades una vez dejásemos atrás la pandemia. En realidad, Miquel apuntaba a que esa transformación ya había comenzado, en algunos lugares de manera consciente y, en otros, simplemente de manera reactiva. Mientras regresaba a casa tras la cena, estuve reflexionando sobre la interesante discusión que mantuvimos durante la misma, y no dejaba de preguntarme: ¿Cómo serán las ciudades del futuro?

Al llegar a casa me puse a indagar un poco por la red intentando extraer conclusiones más esclarecedoras. Tras navegar por varias publicaciones, acabé descubriendo que, según National Geographic España, para 2050, se espera que la población mundial alcance los ¡9.800 millones de personas! Pero, el dato más importante es que se espera que el 70% por ciento de esta población en auge —unos 6,7 mil millones de personas— viva en áreas urbanas.

La lectura de ese artículo me hizo recordar una entrevista que la misma revista realizó a los expertos de la firma de arquitectura y planificación urbana Skidmore, Owings & Merrill (SOM) meses atrás, en la que les preguntaban cómo diseñarían ellos su ciudad del futuro. Recuerdo que fue una entrevista interesante así que decidí visitar su web buscando más respuestas a esa misma pregunta.

¡Creo que hacía mucho tiempo que no pasaba tantas horas navegando por una web como esa noche! Desde el primer momento en que aterricé en ella y descubrí ese paisaje lunar con construcciones espaciales comprendí que había ido ha parar a un lugar en el que podría obtener algunas de las respuestas que buscaba. Mis primeras impresiones fueron que, educados por las lecciones del pasado y anticipándose a los desafíos del futuro, estos arquitectos habían interpretado muy bien cómo debían ser esas ciudades del mañana. Una visión que voy a intentar articular en una escala de cinco puntos, desde los ecosistemas circundantes hasta los interiores de los edificios:

1. Diseño a escala: Hubs urbanos.

Los principios de su diseño de ciudad se basan en crear un centro densamente desarrollado. El uso sostenible de la tierra, dentro y fuera de cada ciudad, ayudaría a las personas a prosperar al poder disponer de agua y alimentos en todo momento. Así mismo, el uso de transporte de alta capacidad reduciría las emisiones y aceleraría los tiempos de viaje.

2. Edificios inteligentes.

Cada edificio debería disponer de una turbina eólica o aerogenerador con la que poder nutrir de energía sostenible a cada edificio. Solo en España, por ejemplo, la energía eólica abasteció de electricidad en 2020 al equivalente a 12 millones de hogares o, lo que es lo mismo, al 18% de las necesidades del país (un dato que extraje de la web de AEE esa misma noche). Si a esto le sumamos que, según SOM, todos los edificios deberían incorporar elementos naturales y ser, en gran parte modulares, lograríamos una producción más rápida con mucho menos material desechable ¿Por qué? Porque lograríamos espacios con una importante capacidad para transformarse rápidamente y satisfacer, de este modo, las necesidades cambiantes de cualquier vivienda, industria o empresas.

3. Interiores sociales.

Otro de los aspectos que me llamó mucho la atención sobre la propuesta de SOM en su web fue su apuesta por espacios comunes, donde las comodidades compartidas aumentarían la interacción social permitiendo hogares más pequeños y de tamaño micro. Muchas de las cosas que hacemos ahora en la soledad de nuestro hogar podríamos extrapolarlas a lugares comunes, convirtiendo los hogares casi en habitaciones de hotel, por poner un símil de fácil asimialción. Según SOM, las actividades comunitarias tienen como objetivo fomentar el sentido de pertenencia a un grupo o comunidad así como la igualdad social. Es decir, no solo hablamos de una nueva forma de entender las ciudades ¡sino del desarrollo cultural de unas sociedades más unidas y tolerantes!

4. Vecindarios autónomos.

No podemos plantearnos hablar de cómo serán las ciudades futuras sin plantearnos cómo serán las comunidades de vecinos. Según la visión de SOM, en estas ciudades del mañana, los vecindarios están diseñados para cumplir la mayoría de las necesidades diarias con una distancia máxima de 10 minutos entre hogar-necesidad. Cuando actualmente a nivel mundial estamos hablando de las “ciudades de 15 minutos”, este grupo de arquitectos va más allá y apuesta por distancias temporales un 33% más cortas. Para ello, hemos de pensar también en la ley de la oferta y la demanda del real estate, así como en una de sus máximas: “Distintos tipos de viviendas atraen a comunidades de ingresos mixtos; es decir, a personas de economía diversa.” Con este planteamiento, SOM nos invita a reflexionar sobre la necesidad de crear vecindarios donde cualquier estrato social pueda residir próximo a su lugar de trabajo.

5. Regiones resilientes.

El quinta y último nivel que he querido destacar en esta escala es el que hace referencia a que las ciudades del futuro están compuestas por una serie de núcleos urbanos, en las que cada uno de ellos están conectado por ferrocarriles de alta velocidad. Es cierto que el ecosistema de cada región dictaminará dónde y cómo deben crecer estos ejes, pero tenemos que asumir que los centros de las ciudades se mueven tierra adentro, lejos de la subida del nivel del mar. Si hablamos de ciudades del futuro debemos afrontar el reto del desarrollo de las mimas con ideas de futuro.

Al final creo que pasé más horas sentado frente a mi portátil intentando hallar la respuesta a cómo deberían ser las ciudades del futuro que lo que duró la cena y la conversación; pero es que una búsqueda de conclusiones es siempre mucho más profunda que realizar hipótesis basadas en un punto de vista individual y, por qué no admitirlo, mucho menos crítico y realista. Dos días después de esa fructífera noche, recibí un whatsapp de Anaïs recomendándome leer el “Informe sobre las ciudades del mundo 2020”, el cual orbitaba sobre la necesidad de entender que la urbanización sostenible sigue siendo fundamental para el desarrollo general de las sociedades, ya que solo así podremos generar el valor económico, social y ambiental necesario capaz de respaldar la lucha contra la pobreza, la desigualdad, el cambio climático y otros desafíos globales. Un mensaje simple pero nada simplista. El reto, a veces no es llevarlo a cabo, es entenderlo.

David Granell Moreno
CEO

De mega-regiones a micro-hogares